Los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera registran récords pese al confinamiento  

Ciudad de México, a 4 de diciembre de 2020. De acuerdo con los datos registrados por la Organización Meteorológica Mundial (WMO por sus siglas en inglés) las concentraciones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) continúan en aumento, incluso después de haber disminuido en el periodo de cuarentena cerca del 20% de las emisiones diarias. 

 

En 2019, las concentraciones de dióxido de carbono (CO₂) aumentaron a 410 partes por millón (ppm) mundialmente, en comparación al 2018. En 2020, este incremento ha continuado pese a las medidas de confinamiento que disminuyeron temporalmente las emisiones de GEI hacia la atmósfera, por lo que no representará un cambio significativo a largo plazo.

 

Los científicos expertos en el tema sugieren que la reducción de emisiones causada por el COVID-19 no adquirió un mayor impacto debido a que las concentraciones de GEI son la suma de las emisiones pasadas y actuales. Asimismo, el Secretario General de la WMO, Petteri Taalas, explicó que “el dióxido de carbono permanece en la atmósfera y océanos durante siglos. La última vez que se registró en la Tierra una concentración de CO₂ similar fue aproximadamente hace cinco millones de años. Sin embargo, el planeta no contaba con los 7,700 millones de habitantes actuales”.

 

La diferencia entre la luz solar absorbida por la Tierra y la energía irradiada al espacio (forzamiento radiativo) desde 1990 ha aumentado aproximadamente 45% debido a la emisión de GEI de larga permanencia. De no estar en equilibrio la energía absorbida con la energía emitida el calentamiento global aumenta. El 80% de ese incremento se debe a la emisión de CO₂ con un aumento del 148% desde la época preindustrial, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles, la minería, la deforestación y los cambios en el uso del suelo. Los científicos indican que las concentraciones seguirán en aumento a un ritmo ligeramente menor, con una reducción anual de entre 0.08 y 0.23 ppm, en comparación a la variabilidad promedio de un año a otro que normalmente es de 1 ppm. 

 

Por otra parte, la concentración de metano (CH₄), cuya permanencia en la atmósfera es inferior a una década, aumentó 260% en 2019 respecto a los niveles preindustriales, llegando a concentraciones de 1,877 ppm. El aumento registrado entre 2018 y 2019 fue ligeramente inferior al observado en 2017. Sin embargo, este aún es mayor al promedio de la última década. El metano causa aproximadamente el 20% del forzamiento radiativo. El 60% del CH₄ emitido proviene de fuentes antropogénicas como la ganadería, el cultivo de arroz, la explotación de combustibles fósiles, los vertederos y la combustión de biomasa, y el 40% restante procede de fuentes naturales.

 

De igual manera, el óxido nitroso, un tipo de GEI que perjudica la capa de ozono, alcanzó 332 ppm en 2019, lo cual representó un aumento del 123% respecto a los niveles preindustriales. A diferencia de los clorofluorocarbonos, los cuales han disminuido su concentración debido a las regulaciones mundiales adoptadas.

 

De acuerdo con la información publicada por la WMO, solo cuando las emisiones netas de CO₂ provenientes de los combustibles fósiles se acerquen a cero, los ecosistemas y los océanos comenzarán a reducir los niveles atmosféricos. De todos modos, la mayoría del CO₂ se mantendrá en la atmósfera terrestre por varios siglos, contribuyendo al calentamiento global.

 

Petteri Taalas aseguró que “la pandemia por COVID-19 no es una solución para el cambio climático. Sin embargo, nos brinda una oportunidad para adoptar medidas climáticas sostenibles, encaminadas a reducir las emisiones de GEI”. Agregó que “si queremos alcanzar el objetivo de mantener el calentamiento debajo de 1.5 ºC, deberíamos convertirnos en carbono neutral para 2050”. Actualmente los responsables del 50% de las emisiones globales ─incluidos China, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur─ se han comprometido a lograr dicha meta.

 

Con información de: News UN

 

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